Cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, y este año 2022, el foco se pone en las aguas subterráneas, que bajo el lema ‘haciendo visible lo invisible’, pretende reivindicar la importancia de estas aguas invisibles que son de vital importancia para la actividad humana y el mantenimiento de los ecosistemas.
Las aguas subterráneas son un recurso natural de agua que se encuentran bajo la superficie terrestre, en los acuíferos. Un acuífero es una formación geológica o una parte de ella que consta de un material permeable capaz de almacenar una cierta cantidad de agua. Los acuíferos pueden estar constituidos por diferentes materiales como, por ejemplo, arena suelta, ripio, rocas permeables sedimentadas como piedras de arena o piedras de lodo, lava volcánica fracturada, rocas cristalizadas…
Estas aguas subterráneas representan alrededor del 30% del agua dulce del mundo. De los 70% restantes, casi el 69% es agua que está en forma de hielo en los glaciares y casquetes polares, y sólo alrededor de un 1% se encuentra en ríos y lagos, por lo que se puede decir que el agua subterránea supone casi la totalidad del agua dulce en forma líquida del mundo. De hecho, la mayoría de las zonas áridas del planeta dependen por completo de este recurso, que suministra una gran proporción del agua que utilizamos para abastecimiento, saneamiento, producción de alimentos y procesos industriales.
La principal fuente de recarga del agua subterránea es el agua de lluvia y nieve que se infiltra en el suelo. Cuando las precipitaciones caen, una parte de esta agua fluye a través de las corrientes por la superficie terrestre hasta los ríos y lagos, y otra parte de estas precipitaciones humedecen el suelo filtrándose a través de este. Esta agua filtrada se recoge en los acuíferos.
El agua subterránea juega un rol muy importante para el medio ambiente, en especial para el ciclo del agua, ya que mantiene el flujo y nivel de agua en ríos, lagos y humedales. Especialmente en los meses secos, cuando se registran menos lluvias, el agua subterránea mantiene el flujo de estos cuerpos de agua, que resulta esencial para la supervivencia de los seres vivos que habitan estas áreas. Sin embargo, la actividad humana y el cambio climático están afectando notablemente a los recursos de aguas subterráneas en el mundo. La extracción en exceso de este recurso debido a la expansión urbana, así como los cambios en el uso de la tierra explican el impacto en estas masas de agua.
Sobreexplotación de acuíferos, uno de los grandes retos actuales
De hecho, la sobreexplotación de los acuíferos, que tiene lugar cuando el agua de los acuíferos se extrae a un ritmo superior al que estos son capaces de recargarse de manera natural, es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos en la actualidad.
El crecimiento de la población y el incremento de las actividades agrícolas, urbanas e industriales están desencadenando una mayor dependencia de estos recursos hídricos. Muchas zonas del mundo y de nuestro país están afectadas por este problema que, si se perpetúa, puede suponer la pérdida de la calidad del agua e incluso el agotamiento del recurso.
Otra consecuencia que puede darse es que esta sobreexplotación es la intrusión salina. Tras alimentar manantiales, ríos, lagos y humedales, las aguas subterráneas finalmente se filtran a los océanos, si hay poca agua subterránea que llega a los humedales costeros, se pueden acelerar los procesos de intrusión salina y así alterar el equilibrio, morfología y dinámica de estos ecosistemas, como está ocurriendo en muchas zonas de nuestra costa.
Además, el uso de fertilizantes y pesticidas en la agricultura constituye una grave amenaza para la calidad de las aguas subterráneas. Un claro ejemplo de ellos son los nitratos, que es la sustancia que contamina con mayor frecuencia los recursos de agua subterránea en todo el mundo. En Europa, los nitratos y los pesticidas constituyen una gran amenaza para la calidad de las aguas subterráneas y se estima que el 20% de las masas de agua subterránea de la Unión Europea incumple la legislación comunitaria en materia de calidad del agua a raíz de la contaminación agrícola.
De lo que no hay duda es de que las aguas subterráneas desempeñarán un papel fundamental en la adaptación al cambio climático, por ello depende de todos la gestión sostenible de este recurso invisible tan preciado, y para ello la incorporación de la desalación y reutilización de agua pueden ser claves.
La desalación y reutilización, recursos imprescindibles de agua para salvaguardar las aguas subterráneas
En nuestro país, la incorporación del uso de recursos no convencionales de agua, como la desalación y reutilización de agua, dentro de las planificaciones hidrográficas, ha supuesto un antes y un después para el mantenimiento de las masas de agua subterráneas en muchas demarcaciones hidrográficas. Y concretamente el uso de agua desalada para abastecimiento, pero también para el riego agrícola, está permitiendo disminuir la presión sobre las aguas subterráneas.
Un claro ejemplo de ello son las islas, tanto las Baleares como las Canarias. Concretamente en Ibiza, el consumo excesivo de agua de acuíferos durante décadas provocado por el turismo de masas, llegó a provocar una situación crítica en la mayor parte de acuíferos de la isla, ya que se trataba de un consumo de agua insostenible para los recursos convencionales. Sin embargo, la incorporación de la desalación de agua ha logrado que en los últimos años esta tendencia se haya frenado. En 2019 el consumo de agua desalada superó por primera vez al suministro de agua de acuíferos, lo que a su vez supuso un reducción en la presión sobre los acuíferos a corto plazo, y a largo plazo permitirá una recuperación total de los mismos.
También el uso de agua reutilizada está teniendo un papel importante en el mantenimiento de las masas de agua subterránea en nuestro país. Actualmente existen técnicas para gestionar la recarga artificial de acuíferos y así aumentar la cantidad y calidad de agua que se infiltra en la tierra.
En este sentido hay ejemplos concretos, por ejemplo el proyecto que se que se llevó a cabo en los acuíferos del Delta del Llobregat (Barcelona) que constituyen una reserva estratégica de agua para la capital catalana, y que debido a la intensa explotación a la que se vio sometida esta masa de agua desde los años 60, el acuífero profundo estaba afectado por intrusión marina.
Desde 2007 se comenzó a inyectar agua procedente del tratamiento terciario de una EDAR y los resultados obtenidos en diferentes estudios evidenciaron que el tratamiento final al que se somete al agua procedente del terciario produce un agua regenerada cuya calidad cumple con las normativas existentes y que la inyección de este agua en el acuífero está permitiendo reducir paulatinamente la intrusión marina y mejorando la calidad del agua del acuífero.